domingo, febrero 11, 2007

Una nueva jornada ha empezado en tu vida...








Osho®Art




“Cuando la esclavitud se escoge es libertad,
pero si la libertad no se escoge es esclavitud.
La libertad y la esclavitud son entidades
claramente demarcadas.
Si hemos escogido la esclavitud por voluntad propia,
es libertad,
pero si la libertad nos es impuesta es esclavitud.”


Osho




Cuando nos sentimos heridos emocionalmente, pueden surgir memorias
que la mayoría de nosotros quiere arrojar al sótano del inconsciente.
Pensamos que el tiempo se encargará de curarlas,
pero ellas continúan volviendo.
He aquí un método mucho más efectivo para curarlas...


"Si te estás sintiendo desgraciado, deja que esto sea una meditación.
Siéntate en silencio, cierra las puertas.
Primero, siente la desgracia con tanta intensidad como sea posible.
Siente el dolor.
Alguien te ha insultado: Ahora, la mejor manera de esquivar
el dolor consiste en ir e insultarle, a fin de poder estar
ocupado con esa persona. Eso no es meditación.

Simplemente cierra tu habitación, siéntate en silencio,
sin enojo por la persona, pero con total atención al sentimiento
que está surgiendo en ti: el sentimiento de dolor porque has sido
rechazado, porque se te ha insultado. Y, entonces te quedarás
sorprendido pues no sólo esa persona está ahí: todos los
hombres y todas la mujeres y toda la gente que alguna vez
te ha insultado empezarán a pasar por tu memoria.

Empezarás no solo a recordarlos, empezarás a revivirlos.
Entrarás en una especie de primal.
Siente el dolor, siente la pena, no la esquives.
Por eso es que, en muchas terapias se le pide al paciente
que no tome droga alguna antes de que empiece la terapia,
por la razón simple de que las drogas son una
forma de escapar de tu miseria interior.
No te permiten ver las heridas, las reprimen.

No te dejan penetrar en tu sufrimiento y, a menos
que penetres en tu sufrimiento, no puedes ser liberado
de su aprisionamiento.

Es perfectamente científico dejar todas las drogas antes
de entrar en la terapia, si es posible incluso drogas como
el café, el té, el cigarrillo, porque son todas formas de escapar.
¿Has observado?
Cuando te sientes nervioso inmediatamente empiezas a fumar.
Es una forma de evitar el nerviosismo; te entretienes fumando.
En realidad es una regresión.
El cigarrillo te hace sentir otra vez como un niño –
despreocupado, irresponsable- porque el cigarrillo
no es más que un seno simbólico.
El humo caliente te lleva simplemente otra vez a los días
en que te alimentabas del pecho materno y
la leche tibia iba penetrando: El pezón se ha convertido en un cigarrillo.
El cigarrillo es un pezón simbólico.
Por medio de la regresión esquivas las responsabilidades
y las penas de ser adulto.
Y eso es lo que sucede con muchas, muchas drogas.



El hombre moderno está drogado como nunca antes,
porque está viviendo en un gran sufrimiento.
Sin las drogas sería imposible vivir con tanto sufrimiento.
Esas drogas crean una barrera; te mantienen drogado,
no te permiten la sensibilidad suficiente para reconocer tu pena.
La primera cosa a hacer es cerrar las puertas y detener
toda clase de ocupación: mirar la tele, escuchar la radio, leer un libro.

Detén todas las ocupaciones, porque eso también es una droga sutil.
Permanece simplemente en silencio, completamente solo.
Ni siquiera ores, porque eso nuevamente es una droga,
empiezas a entretenerte, empiezas a hablar con Dios,
te escapas de ti mismo.
Atisha lo dice: simplemente sé tú mismo.
No importa el dolor, no importa el sufrimiento producido.
Ante todo experiméntalo en su total intensidad.
Será difícil, tendrás que entregar el corazón: Puede que
empieces a llorar como un niño,
puede que te revuelques por el suelo por la profundidad de la pena,
tu cuerpo puede tener contorsiones.
Puede que te des cuenta súbitamente de que
la pena no sólo está en el corazón, sino en todo el cuerpo,
de que duele por todas partes, de que es penoso por todas partes,
de que todo tu cuerpo no es otra cosa que dolor.
Si lo puedes experimentar- esto es de tremenda importancia-
entonces empieza a absorberlo.

No lo deseches. Es una energía tan valiosa, no la deseches.
Absórbela, bébetela, acéptala, dale la bienvenida, siéntete agradecido.
Y, puedes decirte: "Esta vez no voy a esquivarlo,
esta vez no voy a rechazarlo, esta vez no voy a desecharlo.
Esta vez me lo beberé y lo recibiré como a un huésped.
Esta vez lo voy a digerir".
Puede que te lleve unos pocos días el ser capaz de digerirlo,
pero el día que esto suceda habrás dado
con una puerta que te llevará realmente muy, muy lejos.

Una nueva jornada ha empezado en tu vida,
te estás desplazando hacia una nueva clase de ser,
porque inmediatamente, en el momento en que aceptas
la pena sin ningún rechazo, su energía y su cualidad cambian.
Deja de ser una pena. En realidad uno se queda sorprendido,
no lo puede creer, es algo tan increíble. Uno no puede creer que
el sufrimiento puede ser transformado en éxtasis,
que la pena se puede convertir en gozo.
Cuando una cosa cualquiera es total, se transforma en su opuesto.

Éste es un gran secreto que debe recordarse.
Cuando algo es total se cambia a su opuesto, porque no hay forma
de seguir adelante; se ha llegado al cul-de-sac.
Observa un viejo reloj de péndulo.
Lo hace una y otra vez: el péndulo va hacia la izquierda,
a la extrema izquierda, y luego hay un punto que no
puede traspasar; entonces empieza a moverse hacia la derecha.
Los opuestos son complementarios.
Si puedes sufrir tu sufrimiento en su totalidad,
con gran intensidad, te quedarás sorprendido...
no serás capaz de creértelo cuando sucede la primera vez,
que tu propio sufrimiento absorbido voluntariamente,
con aceptación, se convierta en una gran bendición.
La misma energía que se convierte en odio,
se convierte en placer;
la misma energía que se convierte en sufrimiento, se convierte en bendición".


Osho, extracto de El Libro de la Sabiduría, capítulo 5













 

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