Cuando los ojos se encuentran
Pasó tiempo antes de que se volviera hacia mí y nuestros ojos se encontraron.
Cuando una sonrisa iluminó sus rasgos, corrí a su lado y le dije:
- Acepta que te acompañe.
- ¿Qué te impulsa a ello? - me preguntó, a lo que respondí tras un momento
de duda:
- Estoy cansado del mundo. Deseo huir de él.
Ella dijo con claridad:
- El amor del mundo es el núcleo de nuestra hermandad, y nuestro enemigo
es la huida.
Y sentí que salía de la estación de la perplejidad.
Tomado del libro “Diálogos del atardecer”
del premio Nobel
Naguib Mahfuz
(egipcio)
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